En las últimas décadas, hay que destacar los cambios organizacionales que se han venido presentando en la sociedad, más allá de la economía y los métodos de empleo. La nueva forma laboral de trabajo en oficinas, más conocidas como espacios colaborativos o coworking. Consisten en un espacio amplio, sin divisiones de un departamento a otro, donde fluye la comunicación y como su nombre lo indica, la colaboración entre los compañeros.

La creación de un coworking, no solo incentiva la comunicación y el buen desempeño interno entre sus colaboradores, también provoca una gran rentabilidad estratégica, debido que, quienes trabajan en este concepto, siempre están empeñados en dar lo mejor de cada uno en pro de poder compartir conocimientos y metodologías de trabajo más funcionales como eficaces.

La evolución y aceptación de los colaboradores frente a los coworking, ha provocado que surja más la necesidad de encontrar bajo costo en su estructura, sin dejar atrás la calidad tecnológica y estética arquitectónica.

Además, el coworking no solo está ligado a cierto tipo de profesionales, puesto que es un espacio especial para fotógrafos, diseñadores, comunicadores, arquitectos, programadores, escritores, entre otros. Su ligera metodología y concepto de trabajo sin barreras entre otros, mejora y deja fluir la creatividad, conocimientos varios y compartidos. Tal es la importancia de este concepto que surgió desde el 2014 una premiación a las mejores Pymes (empresas pequeñas o medianas) donde se premian categorías como innovación tecnológica, desarrollo internacional, proyecto emprendedor, creación del empleo, transformación digital, entre otros.

El trabajo colaborativo o coworking ofrece una solución al encierro, aislamiento que para muchos es un factor de riesgo por la falta de creatividad y niveles estrés. Al día de hoy, los espacios colaborativos se están especializando en aspectos sociales, para mayor impacto, reconocimiento de nombre y poder congregar a los diferentes colaboradores profesionales en una sola intención.